Luis Brito Crabtree, el amigo y colega más importante de J.P. Miranda, nos decía que las discusiones humanas se daban en el ámbito de lo imaginativo, de lo sensorial y de lo emocional, es decir, en el ámbito de lo subjetivo. Pero cuando intentábamos definir conceptos, lo que hacíamos era de dejar a un lado nuestras impresiones subjetivas para intentar ponernos de acuerdo. A final de cuentas, lo objetivo es lo que resuelve los conflictos. No se trata que cada quien tenga su propio concepto de las cosas; esto es a la luz es una contradicción. Si cada quien tuviera sus propios conceptos no tendrían porqué exteriorizarlos o ser compartidos. Si buscan publicar y compartir las ideas es porque se busca la objetividad. Lo objetivo en realidad es intersubjetivo, es una relación. «Para ser objetivo se tiene que buscar la refutación del otro (ob-lo que tengo enfrente)» (Luis Brito, 2000).

Este foro abierto esta dirigido a reflexionar sobre algunos conceptos en general, aclarados en algún momento por J.P. Miranda en algunas de sus obras, con el apoyo de el mejor interprete de su obra: Luis Brito Crabtree. Intentamos justamente buscar la objetividad de los mismos a partir de la discusión de argumentos, en un foro abierto con el publico en general.

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El concepto que revisamos ahora es: Evolución

Este concepto se encuentra en el libro “Antropología e indigenismo” de J.P. Miranda (1999) Ed. UAM;. Pag. 27-31.

 

EVOLUCIÓN

La evolución de las especies es un hecho y es innegable que el ser humano desciende de los animales (AI, p. 29). Sin embargo, lo que nos dice Porfirio Miranda en su libro “Antropología e Indigenismo” es que la evolución no es una teoría explicativa, pese a sus intentos de serlo. La evolución no explica, solo describe fenómenos; de ahí que todo intento de afirmar que el ser humano se rige bajo la selección natural o la ley del más fuerte no se sostiene.

En la vida, lo que vemos es variedad. No podemos sostener que la vida busca el mejoramiento de las razas como solían decir los darwinistas, donde los más fuertes eran los que se reproducían y los débiles eran los que morían. Hay especies que han sobrevivido siendo débiles y poco corpulentos, hay unos aptos para vivir en ciertas condiciones y mueren cuando estas cambian.  Hay otros que han sobrevivido sin cambiar en nada durante millones de años. Hay algunas especies que han sobrevivido en poco número, y otras especies han desaparecido a pesar de ser muchas.

Evolución, si bien la palabra implica la aparición de algo superior, no se ve en la teoría de las especies. Lo que vemos en la naturaleza es despilfarro, fluctuación, azar y recurrencia.

Los darwinistas afirman que la superioridad radica en la sobrevivencia de los más aptos, sin embargo J.P. Miranda demuestra que esa postulación, es central en el darvinismo, es mera tautología, es decir, una revoltura de ideas que no dicen nada. Miranda dice que el adjetivo “apto” requiere complemento, es decir, requiere explicar para qué se es apto. La tesis se resume en: “la sobrevivencia de los más aptos para sobrevivir”, por lo tanto es tautológico.

Tenemos que pasar a otra cosa. Si suponemos entonces que la tesis afirma que se es apto para la longevidad, es decir, permanecer más tiempo, tampoco se sostiene. Primero porque se ha demostrado que el tiempo es subjetivo. Segundo, porque no hay fronteras definidas entre especies, por lo tanto, no podemos afirmar cuanto tiempo dura cada una. Y por último, porque los seres inanimados obviamente son los que perduran más.

Lo anterior deja a un lado, desde la perspectiva evolutiva, la justificación por ambicionar la inmortalidad corpórea de las personas. Estas ideas, junto con el mejoramiento de las razas no se sacaron de lo natural, sino de otro lado.

En la selección natural o “la sobrevivencia de los más aptos”, el verbo seleccionar, al igual que la habilidad, pide también un complemento, habría que preguntarse seleccionar ¿para qué? por lo que se concluye de igual manera que la teoría evolutiva no explica, solo describe, y lo que describe es variabilidad.

Entonces, ni la mejoría de las razas ni la selección natural es fundamentan el concepto de los seres vivos. Las ideas que se desprenden de ellas, tales como el racismo o el nacionalismo tampoco se sostienen. No hay motivos biológicos para justificar que los alemanes o los estadounidenses son raza superior. Estos justificantes no se sostienen ni en la naturaleza misma. Pero, y lo más importante, estas ideas tampoco se sostienen en lo humano aunque fueran válidas. La evolución de las especies describen el aspecto biológico del ser humano, pero el ser humano no sólo es biología.

Cuando hablamos de evolución como la aparición de algo superior, en la naturaleza no tenemos ni mejor ni peor. Lo “superior” implica necesariamente un juicio de valor, y los juicios de valor son exclusivamente humanos (Apelo a la Razón pp. 216-217). Lo humano va más allá de lo biológico.

Tendríamos entonces que explicar lo humano en aras de explicar la evolución. Bueno, ese es el asunto primordial de la filosofía de Porfirio Miranda, la ofensiva de su pensamiento se basa en la autoconsciencia y la existencia humana. La naturaleza, la cultura, lo tecnológico y la psique, son condicionamientos humanos que se pueden describir, pero no explicar. Lo único que explica es el concepto del humano.

La vida no se puede definir por sí misma. Biólogos lo han intentado erradamente. Entre las ideas de vida que manejan están: “aquello que crece”, “aquello que se nutre”, “aquello que se reproduce”, etc. Ninguno de estos conceptos se sostiene, tomemos como ejemplo el fuego. El fuego hace todas esas cosas y no esta vivo. La biología misma no puede definir si un perro es un ser vivo o millones de seres vivos, concluyendo ellos mismos que no hay características no arbitrarias que definan lo vivo (Hegel tenía Razón, pp.244-245).

La vida en realidad debe explicarse desde el ser humano. De esta forma podemos definirla en graduación, Luis Brito nos dice: “La mayor o menor vitalidad de los seres vivos consiste en que lo propio de sus reacciones no es determinada por el entorno, sino por otra cosa” Para los seres vivos inferiores, lo que los determina es el germen hereditario o genes. Pero, como vimos, este es natural y por lo mismo se da al azar.

Lo que sucede es que lo único autodeterminable es el ser humano. Es el único capaz de moverse a sí mismo producto de su libre autodeterminación. El juicio de valor que se aplica en la evolución desde animales inferiores hasta los más complejos se da mediante la abstracción de nuestra propia existencia humana. Un animal es superior en la medida que se asemeje a nuestra propio libre albedrío, e inferior en cuanto sus características reflejen menos capacidad de decisión.

Nos dice Luis Brito que las enfermedades psicológicas son limitaciones en mayor o menor grado de agentes psíquicos que reducen el campo emocional de la persona para su propia autodeterminación. Estas limitaciones psicológicas como la neurosis, entre ellas la xenofobia o el delirio de grandeza, en realidad alejan a la persona de la vida existencial humana y la acercan a las especies inferiores. Si intercambiamos las palabras, podríamos decir que las especies inferiores poseen un grado más alto de mortandad. La muerte es la carencia total de la autodeterminación.

Héctor Susarrey

 

 

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