DOCTOR JOSÉ PORFIRIO MIRANDA DE LA PARRA.

 

José Porfirio de Miranda de la Parra,

Nació en Monterrey N.L. el 15 de Septiembre de 1924. Su nombre era José como su padre, y le pusieron Porfirio por nacer el 15 de Septiembre día de San Porfirio, de hecho en su familia se le llama José y así se le conoce en el extranjero, sin embargo su nombre de batalla fue siempre Porfirio.

 

Su padre José Quintín de Miranda González Arce, estudió con los jesuitas en el colegio de Mascarones, hasta los doce años en que tuvo abandonar los estudios y empezar a trabajar. Su madre Ma. Eugenia de la Parra Irigoyen, hija de Cayetano de la Parra propietario de la hacienda del Mortero en el Edo. de Durango.   Contrajeron matrimonio en la iglesia de Sta. Brígida en la ciudad de México el 25 de julio de 1922.    La pareja cambió su residencia a la ciudad de Monterrey, puesto que José Quintín, era ya empleado bancario y había sido nombrado gerente del Banco Francés en aquella entidad. Allí nació el mayor de sus hijos José Porfirio. Poco tiempo después el banco quebró, por lo que la familia Miranda de la Parra vivió tiempos difíciles. Esta etapa coincidió con la persecución religiosa y doña Ma. Eugenia de la Parra de Miranda, se comprometió a llevar la comunión a las religiosas del Sagrado Corazón y a muchas otras personas que lo solicitaron. El pequeño Porfirio en brazos, era el depositario de la Sagrada Forma.

 

José Quintín y Ma. Eugenia regresan a la Cd. De México en 1926, fue entonces que el Banco Nacional de México contrató los servicios del señor de Miranda, para esta institución trabajaría el resto de su vida. El año 32 nació el segundo hijo de la pareja, Luis Alfonso. Y un año más tarde Moisés Francisco. Más adelantes hubo 5 hermanas: María Enriqueta, y Ma. Eugenia, Ma. Elena, Dolores y Cristina. Los tres chiquillos hombres se hacían uno, Moisés de tres años cuidaba las mochilas de los otros dos, que se enredaban en la pelea.. Comentando estos tiempos, dice su hermano Alfonso: “mi hermano sobresalía por su entusiasmo en el estudio, los deportes y los pleitos.” Ahí cursó José Porfirio 1º., 2º. Y 3º. De primaria.

 

En 1934 cambiaron al Sr. Miranda a Torreón como gerente de la sucursal del banco Ahí vivieron por muchos años. José Porfirio siempre se sintió de Torreón.   Don José relataba a sus hijos que eran tan pocos los hombres que en aquella época iban a comulgar, que cuando él fue por primera vez al Carmen, el padre Ginori, entonces párroco, como no lo conocía, se negó a darle la comunión pues temió algún acto de sacrilegio de su parte. Pensó entonces en la necesidad de cristianizar el ambiente masculino de Torreón por medio de retiros espirituales. El primero de ellos tuvo lugar en el Casino de la Laguna. Se pensó que siendo este el lugar, los señores se acercarían sin temor. Para José Porfirio, la figura paterna fue de enorme importancia. Solíamos decirle que quería imitarlo hasta en sus defectos. Fue durante toda su vida un ejemplo a seguir.

 

El 4º.,5º. Y 6º de primaria, Porfirio los estudió con profesores particulares. Para cursar la secundaria, Don José Q. mandó a sus tres hijos varones de internos con los jesuitas al Instituto Oriente de Puebla. D. José Quintín, deseaba que la Laguna tuviera una Institución escolar que satisficiera las necesidades educativas de la región, y fue así que dirigió su mirada a los Lasallistas de la Cd. De México. Era agosto de 1938. En la plaza de los fundadores del Instituto Francés se encuentra una placa de reconocimiento a la labor y generosidad de don Luís Garza y a don José Quintín de Miranda.

 

El Instituto Francés de la Laguna inició sus labores el 8 de febrero de 1939 con sólo 62 alumnos, de los cuales el inscrito No.1 fue José Porfirio. Ahí estudió el 2º de secundaria hasta que salió a la ciudad de México, para ingresar al colegio apostólico de la Compañía de Jesús, en Tacubaya a la edad de 16 años en 1940, donde estudió su 3º. De Secundaria.

 

Debido a la persecución religiosa, emprendida por el general Calles, entonces presidente, el noviciado de la Compañía de Jesús se trasladó a Isleta College, en el Paso Texas. Ahí continuó con sus estudios de enseñanza media y preparatoria, de Licenciatura y Maestría en Ciencias Sociales reconocidos en Loyola University, Los Angeles California.

Es en Isleta, donde nace una de las grandes pasiones de José Porfirio: la música clásica y especialmente la de Brahms, que habría de durar toda su vida, y cuyas sesiones musicales recordaba con Pablo Latapí, su con-novicio. La última pieza que dejó en el tocadiscos, fueron los Conciertos No. 1 y 2 para piano, de Brahms.

Su pasión filosófica se despierta también en esos años de fervor religioso auténtico y profundo, a la vez que polémicos con sus maestros, que hubieran querido un fiel oyente de sus discursos filosóficos, y no un pensador independiente y crítico como encontraron en Porfirio, cuya inteligencia superior, no podía encadenarse.

 

En 1950, al terminar sus estudios de filosofía, va como maestrillo al Instituto de Ciencias de Guadalajara. Su personalidad avasalladora, su cercanía con los muchachos tanto en los deportes como en los estudios y su amistad fiel, crean lazos de cariño y amistad que perduran y les acompañan a través de los acontecimientos de sus vidas.

 

Su otra pasión, la definitiva, la que movió toda su vida, la pasión por Cristo y su Reino, nos la revela, a la muerte de su padre ese mismo año, el 17 de Octubre de 1953 escribe: “Estaba ya previsto, papacito. “hasta la vista en el cielo”. Eso sentíamos los dos cuando nos despedimos, 38 días hacía… Qué cosa tan real es para mí ahora la eternidad. Y tan próxima. Cuestión de unos años más… y cómo ves clara esa luz que yo ando buscando, que me afano por vislumbrar: cómo extender eficazmente el Reino de Cristo.”   Esta pasión que si bien era la lucha con toda la fuerza abrumadora de su personalidad, fue también, durante toda su vida, la ternura de una relación personal con Dios, conmovedora, hasta lo más profundo de su ser. Escribía a su padre desde Roma, donde había ido a estudiar teología al Pontificio Instituto Bíblico en la Universidad Gregoriana. Escribe en su diario en 1953: mi primer libro será: “Desde Kant hasta la demostración que Dios existe: Kant y la existencia de Dios”

 

En 1954 empieza a expresar sistemáticamente su pensamiento, en los cuadernillos que llama “Ocurrencias” que son un poco diario un poco meditación, o reflexión personal o comentarios de lecturas. De ahí en adelante encontramos sus diarios hasta su última enfermedad. La tónica de lo más importante lo dan las noticias y acontecimientos en los que se construye o se obstruye la realización del Reino de Jesús, el reino de justicia y amor. Ese es su criterio para leer la historia.

 

En 1955-56 continúa sus estudios de Licenciatura en Teología en Frankfurt en el Philosophisch-Theologische Hochschule Sankt Georgen. En ella asombra a sus compañeros con su dominio del latín hablado. Y escandaliza al superior, soldado de la 2ª. Guerra mundial, cuando le va a decir que deben de mejorar la comida, y tener un buen cocinero, el hombre no podía creer en lo que decía este mexicano, tan poco mortificado.   Siempre gustó Porfirio de la buena comida, aunque fuera sencilla.

En el primer cuaderno de ocurrencias, nos relata con mucha unción su ordenación sacerdotal en Loyola el 31 de Julio de 1956. Estuvieron presentes su madre y cuatro de sus hermanas solteras, con quienes luego se fue a recorrer Europa. El viaje con sólo mujeres, caprichosas y jóvenes, habiendo estado acostumbrado a la compañía masculina, intelectual y espiritual, no le hizo demasiada gracia.

 

A su vuelta en México, se desespera por el poco dinamismo y entrega de la Compañía y del clero, así escribe el 2 de Julio de 1958: El complejo psicológico de “en México no podemos” es lo que nos está perdiendo. Es exactamente esa neurosis de “yo no puedo, no tengo remedio, Dios suplirá, yo hago lo que puedo” “No tenemos gente, poco a poco, Dios suplirá”…   Y concluye: “A Cristo hoy no le harían confianza, “le tendrían miedo” y con razón. Cristo es muy peligroso, es una amenaza constante al “orden” de cosas establecido”.

 

En 1959-60, vuelve a Europa, y hace Estudios de Economía en la Universidad de Münster en Munich, Alemania, tenía especial admiración por Oswald Von Melbroing, asesor económico de Adenahuer. Las notas en sus cuadernos de economía son de lo más reveladoras.   Al regresar, dos años más tarde, y en consideración a sus estudios, le destinan a la Facultad de Comercio y Administración del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente, (ITESO) en Guadalajara. Y el cardenal Garibi, le nombra asesor eclesiástico de los centros patronales. Los empresarios no responden a sus cuestionamientos en favor de sus trabajadores, por lo que finalmente decide organizar a éstos últimos. El enojo de los empresarios, llegó hasta amenazas de muerte y precipitó su salida de Guadalajara. Escribe en su diario “Qué dura es la vida, verdad? Sobre todo cuando se quiere hacer algo serio con ella”.

 

En ningún lado de la Provincia jesuita de México le querían recibir, por sus cuestionamientos, su entusiasmo y pasión por los pobres. Hay que recordar que no fue hasta 1968, cuando se empieza a reconocer oficialmente la “iglesia de los pobres”. Porfirio fue un profeta, y como tal, vilipendiado.

Finalmente el P. Gómez Michel, lo recibe en Chihuahua, donde se queda de 1961 a 1964. Ahí imparte clases de ética y filosofía, y motiva a sus alumnos a buscar un compromiso con la justicia social. La huella que dejó, perdura hasta hoy día. Años después al visitar a Luís Álvarez en su huelga de hambre, a cuyo lado se encontraba Pilar Herrera, éste le decía, toda esta movilización la empezaste tú Porfirio. Sus alumnos del “Regional de Chihuahua”, todavía lo recuerdan con inmenso cariño.

 

Lo mismo organizaba a los estudiantes, que movía a toda la ciudad para apoyar la huelga de Pepsi-Cola que marcó aquellos años. En ella participaron sus alumnos Arturo Alcalde, hoy abogado laboral, y Bertha Luján, hoy dirigente del Frente Auténtico del Trabajo (FAT). Antonio Villalba secretario general del sindicato, no aceptó los sobornos que le ofrecía la empresa por traicionar a los trabajadores, y quedó sin trabajo y en la lista negra. Alfredo Domínguez, amigo de Porfirio y dirigente del FAT, le ofreció incorporarse al Frente. Todos han sido amigos muy queridos de Porfirio hasta su muerte.

 

La diócesis, aliada con los poderosos, no pudo con el celo por el Reino de Justicia, incontenible en Porfirio. El obispo le dio 24 horas para salir de Chihuahua. A lo que Porfirio contestó: “con 12 me bastan” todos, sus alumnos, sus amigos, los obreros… ayudaron a Porfirio a empacar sus libros, y en procesión lo acompañaron hasta la carretera a despedirlo. Era un duelo y una fiesta.

 

A Torreón fue a refugiarse con su madre. Doña Ma. Eugenia, mujer admirable que pese a su amor a los jesuitas, siempre le dio el lado a José Porfirio. En su diario el sufrimiento que refleja es indecible, y cuando lo recordaba, las heridas se abrían. Este año en septiembre de 1965 escribe su primer libro: Hambre y Sed de Justicia.

 

La solución una vez más, fue poner tierra de distancia, y así le mandaron a estudiar a Europa, cosa que él mismo había pedido, pues veía la importancia de una formación académica seria con toda claridad. Cursa los “Estudios de Doctorado (1967) en Ciencias Bíblicas en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma”. Para entrar al Instituto Bíblico, tenía que saber: Griego, Latín, Hebreo, Italiano, Inglés y Francés, además del español. No le dio trabajo, pues también entendía el Portugués, estudió ruso y su facilidad para las lenguas era extraordinaria.   Su tesis, más tarde publicada en México como “Marx y la Biblia” no fue aprobada por sus superiores, y hubo una polémica enorme. Sin embargo, años después era uno de los libros de texto del mismo Instituto Bíblico.

 

Su estancia en Roma, le permitió también tener una influencia muy importante sobre las autoridades generales de la Compañía de Jesús.

Porfirio inició una serie de cuestionamientos, sobre la inquietud por la justicia social que había en América Latina y pidió en reiteradas ocasiones, al P. Arrupe que lo constatara en una reunión de autoridades latinoamericanas. Fue así como finalmente se convocó a la reunión de superiores mayores de américa latina, que se celebró en Lima del 25 al 29 de julio de 1966. Esta Asamblea dió nacimiento al CIAS “Centro de Investigación y Acción Social de América Latina”.

A esta reunión asistió Porfirio, con otros dos representantes del P. Arrupe. Desde el inicio, tomó la palabra y propuso como objetivo de este encuentro, pedir al Padre General una declaración para saber de qué lado está la compañía en esta lucha entre pobres y ricos. Una toma de posición oficial de la Compañía de Jesús como respuesta al problema social de América Latina.

Parecía que su propuesta había sido olvidada, cuando ya para terminar la reunión, después de interminables discusiones, un grupo encabezado por Hernán Larraín tocan en la madrugada a la puerta de Porfirio, y durante toda la noche, preparan el documento final, exigiéndole al Padre General un pronunciamiento oficial. Este documento fue aprobado y firmado en la sesión final.

 

Varias veces le oímos contarnos cómo la Carta del Padre Arrupe de Diciembre de 1966, sobre el problema social, prácticamente fue su obra. Después de la reunión relatada, el padre General con una apertura asombrosa, decide acceder a la petición de la Asamblea del CIAS y encomienda la redacción de un borrador de carta al padre José María Abad.   José María, va a su cuarto, y pide a Porfirio le redacción de la carta. Así fue ésta la base del documento final. El impacto de la carta, anterior a Medellín (1968) es como de pólvora. El movimiento social en toda América latina, tiene un respaldo y una dirección venida de Roma.

Al volver Porfirio a México en 1969, se incorpora al Instituto de Filosofía y Ciencias que tenían los Jesuitas en San Angel. El provincial es Enrique Gutiérrez Martín del Campo, “el pajarito”. Este hombre de excepcionales cualidades, facilitó la publicación de Marx y la Biblia en 1972, cuatro años después de haber sido originalmente escrita, no sin haber sufrido muchas controversias antes y después de la publicación. Este libro tuvo una difusión enorme en México y el extranjero y ha sido publicado en diversos idiomas. (Cfr. Bibliografía).

 

Con un Provincial que lo entendía, que lo apoyaba, Porfirio se dio cuenta que su problema con la Compañía de Jesús y con la Iglesia no era un problema de personas sino de Instituciones. No podía seguir perteneciendo, y por tanto respaldando con su presencia a estas Instituciones. Así decidió salir de la Compañía de Jesús.

El 1º. De Septiembre de 1967 escribe: “no puedo seguir colaborando con una estructura que apoya al capitalismo…cuando acepté la obligación del celibato, e hice los votos, creía que el clero no tardaría en apoyar la revolución de los pobres…”

 

Y se va a Torreón, a buscar el cariño comprensivo de su madre. Una vez más su corazón lacerado se queja en su diario: “Me siento como después de una gran enfermedad que te tuvo entre la vida y la muerte y no logras volver a tu antiguo ser”.

Le ofrecen una chamba en Zihuatanejo: alfabetizar. Es notable el contraste de su trabajo, reclutar adultos para enseñarles a leer, con el de su Diario y escritos de esos días, todos sobre el estudio del pensamiento de Bloch, de los existencialistas, de Aristóteles, Hegel y los grandes filósofos… alfabetizar ciertamente no era su camino.

 

Deja este trabajo, y se va a Cd. Netzahualcoyotl a vivir con lo mínimo, cómo el decía: fui a Netza como pobre, no a ayudar a los pobres. Necesitaba todo su tiempo para reflexionar, estudiar, escribir. Esta era su verdadera vocación y su verdadera aportación al Reino, pues su motivación era la misma, aunque no dentro de la institución.

 

Escribe entonces Marx en México y enseña filosofía del derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, con una bien documentada crítica del positivismo jurídico, que ya preludia en “El Ser y el Mesías” y en “Marx y la Biblia”, y que más adelante denunciará en toda amplitud en su libro “Apelo a la Razón. Teoría de la ciencia y crítica del positivismo.”

 

En 1974, se funda la Universidad Metropolitana, y entra como profesor de filosofía. El director del departamento de filosofía era Roberto Caso, matemático de carrera, y pensador positivista, quien integra un equipo de trabajo con filósofos de la corriente analítica, provenientes del departamento de Filosofía de la UNAM. El choque con Porfirio no se hizo esperar, se le aislaba, limitaba y excluía siempre que podían hacerlo. Sin embargo el alumnado no respondió a la línea de pensamiento impuesta por este grupo de maestros, y las clases de la facultad de filosofía a veces contaban con 3 o 4 alumnos. Porfirio, prefirió enseñar en el Tronco Común, enseñanza previa a todas las facultades, donde los grupos eran numerosos, y Porfirio tenía una audiencia que lo estimulaba. Ahí enseñó hasta los últimos años del siglo, con un auditorio cada vez mayor, tanto que sus clases al final se impartían en sala de conferencias en vez de salón de clases.

 

Al tomar Gabriel Vargas la dirección del departamento de filosofía, las corrientes marxista y cristiana, incluido Porfirio, se unieron para la elaboración de un plan de estudios desde la perspectiva humanista e histórica. Esto permitió a Porfirio volver a la cátedra de filosofía, e impartir el curso sobre Hegel.

Pese a sus dificultades, la Universidad Metropolitana, fue cada vez más su apoyo, encontrando en ella un lugar desde donde debatir, un lugar que le permitía seguir su investigación, escribir y publicar. En ella se fue formando un grupo de alumnos en los que él puso su esperanza para continuar su obra: Héctor Villanueva, Mario Rojas, Carlos Francisco Martínez y Mario Alberto Rodríguez entre otros… Sus problemas no habían acabado, y lo sentía en los distintos eventos que se presentaban, como la vez que al ir a dar una conferencia, le cambiaron el título a la misma en los carteles de propaganda, en vez del título original: “liberalismo y cinismo” le pusieron “liberalismo y civismo”. Además repartieron la propaganda sólo un día antes de la conferencia. Sin embargo la sala estaba llena a reventar. Estas dificultades le llevaron a una investigación todavía más exhaustiva, para poder demostrar con éxito sus ideas.

 

Su dedicación como maestro, como catedrático fue finalmente valorada y premiada, primeramente como titular C. Y luego como “Profesor Distinguido” en 1995, título del que estaba especialmente ufano y que le permitía relacionarse con otras personalidades de la propia universidad, en las reuniones de consulta a las que el rector citaba a este grupo.

 

En la época de su entrada a la universidad, empezó a figurar en debates televisivos y a escribir en periódicos como el Uno más Uno.   (Cfr. Bibliografía) y más adelante en Proceso, donde escribió hasta el final de sus días. Muchos de sus artículos también se publicaban en el periódico “El Norte” y colaboró también en la revista semanal del Reforma. Varios de estos artículos como el “Qué es la Modernidad” tienen positiva trascendencia.

 

Al tener un presupuesto estable, también su vida privada cambió. Estableció su domicilio en la Colonia Modelo, Ahí recibía a sus nuevos amigos de la Universidad, que lo fueron de por vida, como lo fueron Ignacio Llamas y Nora Garro. Las reuniones eran alegres, y Porfirio gozaba cantando, y compartiendo la alegría de todos. A la Universidad se iba en bicicleta, igual que siempre lo había hecho en Guadalajara, (donde lo recordaban, soltando el manubrio, a media Avenida Tolsa) y en Chihuahua.

 

Más adelante compró un departamento en la calle de Tecualiapan en Coyoacán. La estabilidad económica lo daba la paz necesaria para dedicarse con más empeño a su obra y también para pensar en formar un hogar.   En julio de 1979, se declara a Ma. Adela Oliveros Maqueo, en un restaurant argentino de Coyoacán. Al sí de ella, se paró en medio restaurant y pedía todos brindar con él! Así empezó una relación de 22 años, que unió en creciente comprensión, y felicidad a ambos. Las dedicatorias de sus libros de filosofía hablan por sí solas.

 

La presentación de su libro “Comunismo en la Biblia”, el Jueves 4 de Junio de 1981, reunió un público muy numeroso que llenó la sala de Fonagora en la Av. Revolución.   El históricamente famoso fotógrafo Casasola nieto, tomó una serie de fotografías, con las diferentes expresiones del autor conforme hablaba, que son una joya en su género. Este libro cierra la época del escritor, e investigador bíblico. Tuvo mucho éxito, mucha difusión, y dio conferencias desde América del Sur (Perú) hasta los E.U. Como el Curso de Noviembre 9-10 de 1984, En el Seminario luterano de teología, “The Center for Global Service and Education” sobre “comunismo en la Biblia” siendo él único orador.   Con este libro se cierra su época bíblica, para empezar la de la obra filosófica.

 

Es de notarse que leyendo sus libros, del primero al último, hay en las líneas fuertes de su pensamiento una continuidad enriquecida al paso de su pluma. Es el caso de la denuncia del positivismo, el relativismo o el escepticismo. O el tema de la justicia. O la infinita dignidad de cada ser humano. O el devenir del hombre en el hoy histórico. O la obligatoriedad de la moral, como respuesta a la interpelación del otro… Estas líneas fuertes, son demostradas como verdad, primeramente en el terreno exegético-histórico, y en esta segunda época, por demostración filosófico-científica. De manera que su obra forma un todo compacto de una estructura sólida, dentro de la cual hay mucho que completar, que debatir, o que continuar.

 

Por esta época cambia Porfirio de domicilio a Temamatla Edo. de México, pueblecito donde vivió durante 20 años, y donde finalmente descansan sus restos en el panteón municipal. Ahí escribió sus libros -según sus propias palabras- los más importantes: los de filosofía. El mismo lo reconocía, si no hubiera sido por estar en el campo sin teléfono, y sin continuas visitas, no hubiera sido posible una obra de esta envergadura, “es el trabajo de un equipo”.

 

En un informe que presenta al INI Instituto Nacional de Investigadores, dice:

“Mis tres libros más importantes todos tres (re)impresos en España son “Apelo a la Razón”, “Hegel tenía Razón” y “Racionalidad y Democracia”. El primero lleva tres ediciones y el segundo dos. (en 2001 con ocasión del Homenaje en el primer aniversario de su muerte, se reimprime la tercera, con una presentación del rector general: Dr. Luis Mier y Terán en la contraportada).”

 

De Apelo a la Razón dice: “Coincido con el positivismo en que la filosofía no es cosa de lanzar bellas o grandiosas visiones del mundo u ocurrencias intelectuales para ver a quien gustan, sino que toda afirmación necesita en primer lugar tener significado y en segundo lugar demostrarse verdadera y mediante lógica rigurosa. Pero en Apelo a la Razón” hago ver, apelando a una epistemología más estricta que la del positivismo, que la tesis principales de éste último fallan en ambos sentidos o carecen de importancia por ser tautológicas. Someto a examen más exigente incluso la lógica neopositivista y su concepto mismo de demostración en cuanto tal. De la misma manera analizo la filosofía neopositivista y su concepto mismo de demostración en cuanto tal. De la misma manera analizo la filosofía neopositivista del lenguaje tanto en lo tocante al lenguaje formal como en lo relativo a la “Ordinary languaje philosophy”.

 

“En “Hegel tenía razón” demuestro que la tradición de la gran filosofía (Platón, Aristóteles, Descartes, Hume, Kant y Hegel) aportó algunas tesis de importancia crucial para la humanidad, tesis que resisten ampliamente el ataque del positivismo y del escepticismo. La clave demostrativa consiste en hacer ver que los conceptos clave no tienen significado empírico y por tanto no pudieron originarse sino en la autoconsciencia (instrospección es un término metafórico). Así se explica, por cierto, que los hombres de las más diversas culturas seamos capaces de entendernos unos a otros.

El recorrido demostrativo de todos los conceptos fundamentales (incluidos los de las ciencias sedicentes empíricas) está en la “Ciencia de la Lógica”, de Hegel, y en su “Historia de la filosofía”. Mi libro hace el balance. La razón por la que la aportación de la gran filosofía no ha sido atendida ha sido la falsa creencia en el origen empírico de los conceptos, falsa creencia que Locke y sus seguidores heredaron de los escolásticos.

 

En “Racionalidad y democracia” demuestro que el materialismo y el escepticismo son los mayores enemigos de la democracia porque, si todo es relativo” todo está a votación, y entonces las minorías no tienen defensa posible. Refuto a los denunciadores de la famosa falacia naturalista, los cuales declaran objetivamente inválidos los juicios morales. Refuto también al materialismo y a todo tipo de escepticismo, incluido el del Habermas. Critico el concepto de justica de John Rawls y hago el balance de la teoría de la ciencia de nuestro siglo.”

 

El viernes 7 de marzo de 1997, a las 19 horas, en el Ex templo de San Jerónimo, de la Universidad del Claustro de Sor Juana, sus discípulos, amigos y el Frente Auténtico del Trabajo, organizaron, con motivo de la presentación de su libro “Racionalidad y Democracia”, un ACTO HOMENAJE a Porfirio Miranda, como “reconocimiento al amigo, al luchador social, al destacado filósofo y biblista, al cristiano, es decir al hombre en sus diferentes facetas” (Revista La UAM, 24 de Marzo de 1997). El evento reunió a una gran cantidad de personas, que no cupieron en el templo, y tuvieron que tomar parte desde el exterior. Entre quienes hablaron sobre su vida y obra, destacaron el Rector de la UAM Ixtapalapa, Dr. Gázques Mateos, el sacerdote director del CRT y amigo de la niñez de Porfirio: Dr. Luis del Valle, el sacerdote dominico y periodista Dr. Miguel Concha, el dirigente de la Cordinación del Frente Auténtico del Trabajo: Alfredo Domínguez, el Dr. Luis Brito filósofo y estudioso de la obra de José Porfirio Miranda Yolanda del Valle, psicóloga y participante de los seminarios de filosofía de Temamatla, Nora Garro, amiga entrañable, y cofundadora de la UAM. Enrique Maza, periodista y amigo. Este Homenaje, fue un momento cumbre de su vida. El siempre combatido, para quien no había lugar donde vivir o trabajar, es reconocido y honrado como hombre como luchador social, como biblista, como filósofo.

 

Luego continúa su trabajo. En su informe de labores de febrero de 1999 al INI dice:

Después con la ayuda de una Sra. Americana, traduje Racionalidad y Democracia al inglés porque estoy muy interesado en el público anglófono. Cuatro de mis libros anteriores se tradujeron al inglés, uno de ellos tuvo siete ediciones y otro cinco en dicho idioma.”

“Después me dediqué a la antropología empírica durante dos años y acabo de terminar la redacción de “Antropología e Indigenismo”.”

 

Este su último libro, trajo una serie de debates, que se parecían a los que había sufrido en los años 60s cuando hablaba de lucha social. Vuelve a aparecer el profeta. En el momento de mayor auge del indigenismo, comenta: “me cabe la satisfacción de ser el primero en denunciarlo”. Y añadía: “Por cada indígena, estoy dispuesto a dar la vida, no así por el indigenismo, que finalmente se va a revertir en perjuicio de los mismos indígenas”.

El 11 de septiembre del 2001, los doctores le diagnosticaron cáncer en el pulmón, incurable. Su reacción fue: “Qué poca cosa es mi sufrimiento frente a lo que está pasando en el mundo!”. Ya muy grave, lo único que veía, sin falta, en la T.V. era el noticiero del Canal 11. Sus pocos comentarios giraban sobre lo que estaba sucediendo en México y en mundo. En menos de un mes murió, el 9 de Octubre a las 12:35am. acababa de cumplir 77 años. Se veló en la Fundación RORAC, donde trabaja su mujer, y donde se había celebrado su cumpleaños 70. Y ahora sede del “Centro de Estudios Filosóficos José Porfirio Miranda”. Tuvo misa de cuerpo presente en la Iglesita barroca del siglo XVII de Temamatla. Su amigo de infancia Luis del Valle, ofició y dialogó con él desde el púlpito.   Sus alumnos los de Chihuahua, los de la UAM Ixtapalapa, y sus amigos, llevaron su cuerpo hasta al panteón municipal. Porfirio mismo escribió a su mujer el epitafio de su sepultura: “Expectat resurrectionem mortuorum”, “El espera la resurrección de los muertos”.

 

“El Centro de Estudios Filosóficos José Porfirio Miranda.” en Temamatla Edo. de México, En Convenio con la Universidad Autónoma Metropolitana, guarda su biblioteca y obra publicada e inédita, y tiene por tarea difundirla y continuar su investigación. Es un centro de estudio, reflexión e investigación, que cuenta con instalaciones propicias y alojamiento para cursos, seminarios o investigadores.

 

Ma. Adela Oliveros de Miranda.

Temamatla Edo. de México.

Febrero del 2002

 

 

 

NOTA: En la Pag. Web, se encuentra una Cronología de la vida de J.P. Miranda, siguiendo los acontecimientos más relevantes de la historia de México.

 

 

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Una versión recortada y un poco modificada de este escrito, aparece en la Revista Signos Filosóficos de la UAEM   No. 7 Enero a Junio del 2002. Red de revistas científicas de América Latina y el Caribe, España, y Portugal.

http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=34300716