José Porfirio Miranda y la Necesidad Científica de la Investigación Filosófica
Mtro. Luis Ramón Brito Crabtree
25 de Marzo de 1995 / Temamatla, Edo. de México, México
Nos proponemos con este artículo poner a consideración la obra hasta ahora publicada por José Porfirio Miranda; mostrar la trascendencia de su investigación; suscitar el estudio, la discusión y profundización de sus escritos, teniendo en cuenta el entorno del pensamiento que exigió su publicación.
- El entorno ante el cual responde Porfirio
Naturalmente que el hombre ha manipulado su entorno y encontrado la técnica necesaria para ello, y en este sentido observamos en las culturas antiguas éxitos sensacionales, pero, únicamente el descubrir la Razón de lo que existe ha sido y sigue siendo lo fundamental que el hombre ha encontrado en la Ciencia. De tal manera que, sólo investigando, explicando y demostrando racionalmente la verdad de lo que sucede, el pensamiento ha saciado su saber y ha orientado de este modo su vida.
Occidente ha sido el campo, donde los resultados de la investigación científica fueron siendo la fuente del crecimiento humano, el origen de la organización de los pueblos y el desenvolvimiento de la Civilización (1).
Precisamente, el mundo moderno ha consistido en el conjunto de cambios radicales en la vida humana que se han venido realizando desde el siglo XVI hasta nuestros días y que ya se ha ido extendiendo al mundo entero.
A partir de Max Weber, generalmente la sociología no ha hecho otra cosa que analizar este conjunto de cambios que permitieron el surgimiento de nuestro mundo moderno. Ahora bien, desde el análisis del pensamiento, podemos observar que en la base misma de nuestra modernidad desempeñan un papel central aquellas verdades absolutas que siguen siendo hasta ahora la guía del comportamiento de los pueblos y la valoración que ellos hacen de lo que sucede. Con imperturbable convicción siguen orientándose por la existencia de Dios, la creación del mundo por Dios, la inmortalidad del alma y la objetividad de los juicios morales fundamentales.
Resulta por tanto del todo incongruente, el espejismo Habermasiano que cree ver que la consciencia religiosa está en trance de desaparecer en las sociedades industriales (2), cuando en estas mismas sociedades complejas observamos lo contrario, un auge de movimientos religiosos sin precedente en la historia occidental. De ahí que, la teoría sociológica de la “secularización” va haciéndose humo para la sociología misma, y acertadamente puede afirmar Luhman que la palabra secularización “se ha vuelto ambigua de uso equívoco o un concepto difuso” (3).
Entonces, lo que más bien estamos detectando son algunos grupos bien definidos de profesionistas escépticos (científicos y técnicos positivistas, junto con literatos, novelistas, ensayistas, pseudo filósofos y los que a sí mismos se llaman “intelectuales”), que en pleno final del siglo XX han entrado en una crisis generalizada, cuyo síntoma más acuciante se manifiesta en la confusión de su pensamiento. Afortunadamente sólo son el 0.1% de la población mundial, aunque se encuentran enquistados en puestos de dirección, en la docencia, en los medios de difusión y en algunos gobiernos. Lo que pasa es que, como ellos están en crisis, son ellos los que los que han lanzado a la publicidad el slogan de que el “mundo está en crisis”. Como son ellos los que sienten que la confianza en la Razón ya pasó de moda, no buscan las razones de lo que sucede. En su prepotencia lo que de antemano y “a priori” ha declarado la sin razón de que las razones no tienen nada que hacer en el mundo contemporáneo. Pero, todo el mundo sabe que, cuando la razón no interviene, lo único que queda es la arbitrariedad psíquica, física, económica o militar.
Por ejemplo en una situación de inflación con recesión como la actual, los economistas entran en una confusión de sus teorías porque los grandes inversionistas ya no pueden obtener las ganancias que antes obtenían. Entonces dicen que hay “una crisis financiera”. En cambio, la población en general sigue tan lúcida como antes en su apreciación, no entran en ninguna crisis o confusión, sabe que la “crisis financiera” no es ninguna razón, sin que, las consecuencias que sufre se deben a una injusticia, a una teoría que no tiene en cuenta a la gente y dicen en términos generales que su origen está en la corrupción. No es pues la población la que está en crisis, sino los profesionistas correspondientes.
Ahora bien, nuestra sociedad no es un todo indivisible, por eso se le llama “sociedad compleja”. La sociología sistemática más avanzada demuestra que, si bien entre las partes de la sociedad hay interrelaciones e influencias, cada parte o subsistema trata a las otras parte y al conjunto como su entorno, ante el cual, cada parte decide su comportamiento. Luhman atinadamente dice: “Ningún sistema complejo puede darse el lujo de hacer depender todo de todo” (4). Tal vez por eso, la “Interdependencia” sea otra teoría sociológica que comienza a evaporarse.
Esto es lo que está sucediendo. A la pequeña parte de la sociedad, formada por la irracionalidad de los escépticos y el utilitarismo de los técnicos, nuestros pueblos la están tratando como su entorno, ante el cual van decidiendo interpelarla con múltiples formas que están a su alcance, como movimientos ecologistas, grupos feministas, organizaciones no gubernamentales, comisiones en defensa de los Derechos Humanos y movimientos internacionales como el movimiento del primer mundo en favor de los pueblos del tercer mundo, etc… Esta interpretación es incuestionablemente la Razón Ética, cuya astucia histórica es radicalmente cristiana y que se está presentando nuevamente en el umbral del siglo XXI exigiendo justicia, reclamando respeto, proponiendo simplemente la razón de lo que sucede para actuar en consecuencia.
Claramente tenemos que proclamar pues que, en plena modernidad, nuestros pueblos no están en crisis. Siguen impetérritos convencidos del proyecto histórico del Espíritu. No se oponen a la modernidad. Sólo exigen de ella que sea congruente. No estamos en el fin de nuestra época. Tal vez, son los grupos de profesionistas escépticos lo que pueden sentir el final de su época.
Porfirio Miranda en su artículo: “¿Qué hacer ante la modernidad?” (5) explica este entorno ante el cual toda su obra demuestra científicamente la Razón Ética que el mundo en general vive con arraigada convicción, aunque ordinariamente la gente no pueda demostrar científicamente su origen. De ahí que, la demostración de Miranda constituye para ella una confirmación de su esperanza, y por el contrario, sea un desafío para aquella pequeña parte de la sociedad que se ha metido en un callejón sin salida.
- La confusión de los escépticos
Porfirio Miranda titula “La farsa llamada escepticismo” (6) a la publicación de un artículo donde desenmascara la confusión del pensamiento de los escépticos, que hoy aceptan también estar sumidos en la “crisis de las ciencias”. Todas las disciplinas científicas están en ese peligro que, afortunadamente encierra la oportunidad para llegar a una revolución científica.
Desde las matemáticas (7), y la física, incluida la llamada “cuántica” (8), pasando por la bioquímica, la genética y el conductismo, hasta llegar a las ciencias sociales (9): ya se trate de las ciencias jurídicas o la sociología, la economía o las teorías sobre los medios de comunicación, etc.; todas han entrado a la confusión de su pensamiento en la investigación de sus respectivos campos. Y lo más inaceptable es que el síndrome actual de la ciencia llega al colmo, cuando los mismos científicos no aciertan a demostrar con razones qué es la Ciencia.
Habiéndose dejado llevar por la tendencia natural al empirismo y al materialismo, han llegado a quedarse anclados en el utilitarismo, encerrados en los límites que ellos mismos se han impuesto. Por supuesto que, dentro de estos límites han desarrollado una técnica excelente, pero no han logrado resolver los problemas planteados por la ciencia. Por ejemplo, los economistas no han podido resolver la miseria de las naciones (10); los juristas no han logrado elevar la educación de los ciudadanos; los técnicos de la genética aún no determinan qué es lo que tienen entre manos, dudan si se trata de vida humana, pero tampoco han demostrado ni qué es la vida, ni qué es lo humano; los medios de comunicación se han quedado sólo en supuestos medios de control; las armas químicas han llegado a ser las vergüenzas del desarrollo; y la energía nuclear aún es un enigma para la mayor parte de la población.
Ante tamaña incongruencia de manejar una técnica avanzada con una ciencia incapaz de plantear adecuadamente sus problemas, el pensamiento de muchos científicos va cediendo su lugar al sentimiento, al capricho subjetivo o a las fuerzas espontáneas de la naturaleza, todo lo cual, como límites externos a uno mismo, frenan el proceso de la humanización. Sin embargo, es muy alentador observar que, los científicos más coherentes y honestos, ante esta crítica confusión del pensamiento, han comenzado a indagar qué cosa realmente es la ciencia (11), investigación científica que ya se transforma en filosófica, porque es el pensamiento que ha comenzado a investigarse a sí mismo. También ahora como antes, del seno mismo de las disciplinas científicas surge la necesidad de investigar la finalidad y los fundamentos epistemológicos de la Ciencia. Y aquí aparece la racionalidad ética.
Siendo la Ciencia la actividad suprema del pensamiento, encuentre su satisfacción y su seguridad en la humanización del hombre. “Desnaturar al hombre” (12), comienza a describirse como la finalidad ética de la investigación científica, finalidad que rompe los esquemas autoimpuestos por el naturalismo y el utilitarismo escépticos, que Porfirio Miranda demuestra haber sido el “mito de la ciencia empírica”, descubriendo que está resultando ser una verdadera revolución científica en el sentido Kuhniano (13).
La filosofía, como ciencia del pensamiento, comienza nuevamente a presentarse como la matriz de las disciplinas científicas particulares. De su paradigma depende la cientificidad de sus investigaciones, la eficacia humana de sus resultados y el futuro de la ciencia planetaria.
Estamos ya en la impostergable necesidad científica de la investigación filosófica.
- La obra de José Porfirio Miranda
Es en este contexto del pensamiento contemporáneo que se han estado publicando en México y en el primer mundo, en los últimos 30 años, los resultados de la demostración científica de la Razón Ética en la investigación filosófica de José Porfirio Miranda. Exégeta, Científico y Filósofo. Sus libros y artículos publicados hasta ahora, son una revelación para aquel que los estudia sin prejuicio, es decir, para aquel que los investiga científicamente. De ahí que, no sólo son una revelación, sino que resultan ser una demostración. Una alternativa necesaria para iniciar el siglo XXI.
Hasta ahora, 11 libros especializados han sido publicados por Miranda y 7 de ellos han sido editados también en el primer mundo. Estos 11 libros son los siguientes, en orden cronológico:
- Hambre y Sed de Justicia
1965 / 2 Ediciones en México. - Marx y la Biblia
1971 / 1 Edición en México / 2 Ediciones en España / 7 Ediciones en inglés: 2 en Inglaterra y 5 en E.U. / 1 Edición en Italiano. - Cambio de Estructuras
1971 / 1 Edición privada desde San Cristóbal de la Casas, México / 1 Edición en Kuppertal Alemania. - Marx en México
1972 / 2 Ediciones en México. - El Ser y el Mesías
1973 / 1 Edición en España. / 1 Edición en Inglés: E.U. / 1 Edición en Italia. - Cristianismo de Marx
1978 / 1 Edición en México. / 3 Ediciones en Inglés: 1 en Inglaterra y 2 en E.U. con el título: Marx against de Marxists. - Comunismo en la Biblia
1981 / 3 Ediciones en México / 5 Ediciones en Inglés: 1 en Inglaterra, 3 en E.U. y 1 en Filipinas. - Apelo a la razón
1983 / 1 Edición en México / 1 Edición en España / Se prepara nueva edición en México. - Hegel tenía razón
1989 / 1 Edición en México / 1 Edición en España con el título: Revolución de la Razón”. (1991) / Edición UAM Homenaje (2002). - Racionalidad y Democracia
1996 / Edición Sígueme / Salamanca, España. - Antropología e Indigenismo
1999 / Edición En México / Además Porfirio publicó 5 artículos en la “Jornada Semanal”, que se distribuye los domingos en el periódico “La Jornada” en México. Son los siguientes: - La Farsa llamada Escepticismo. Abril 18, 1993.
- Indigenismo contra Derechos Humanos. Junio 20, 1993.
- ¿Qué hacer ante la Modernidad?. Noviembre 28, 1993.
- El Bien y las Ciencias Sociales. Mayo 15, 1994.
- La Estetificación de los Intelectuales Mexicanos. Noviembre 27, 1994.
En estos artículos, de fácil lectura y comprensión, Miranda desarrolla y complementa los resultados de algunos tópicos tratados en sus libros especializados.
De toda esta obra, con la que nos hemos visto enriquecidos hasta el presente, podemos resaltar tres libros principales que a manera de columnas sustentan la bóveda de los resultados de la demostración científica expuesta por Miranda. Estos son: Marx y la Biblia, Apelo a la Razón y Revolución de la Razón.
El orden en el que han sido publicados sus escritos, nosotros los dividiremos en tres momentos que son reveladores del proceso del pensamiento de Miranda, entrelazando su desarrollo por un común denominador: “La realización de la Justicia como Conocimiento y Adoración al único y Verdadero Dios”.
Primer Momento
En 1965, tres años antes de que se elaboraran los llamados “Documentos de Medellín”, antes de que se iniciara la publicación de la Teología de la Liberación, y antes de que sucediera en México el llamado “Fenómeno del 68”, Porfirio Miranda lanzaba al mundo la demanda fundamental. Publicó su libro:Hambre y Sed de Justicia (11). Aquí se demostraba ya, desde el comienzo de su obra que, el problema social es un problema ético. Una interpelación a lo injusto, que obliga a su interlocutor.
Ya iniciada la década de 1970, Miranda comenzó a publicar los resultados de su investigación exegética, es decir, la investigación científica de la Biblia, y al mismo tiempo estudió el origen de la exigencia de Marx por librar al hombre de la pseudo-filosofía de la opresión. De ahí el título del principal libro de este primer momento, que causó escándalo a los opresores: Marx y la Biblia (15). El escándalo provino, no porque el libro tratara de hallar paralelismos insostenibles entre la Biblia y Marx, sino únicamente porque se trataba de entender la Biblia que, por cierto, desde hace 20 siglos, ha movido al pensamiento occidental. Demostración crucial, científica y filosófica, puesto que Marx ha sido considerado acertadamente como materialista, pero con gran incongruencia, su mensaje está dirigido a los obreros occidentales que no son materialistas sino cristianos.
Por una parte, hay que tener presente que la publicación de esta obra estuvo acompañada, en esos años, por tres libros: Cambio de Estructuras, Marx en México y Cristianismo de Marx (16), en donde Miranda nos expone la investigación realizada por él en las obras originales de Marx y no en los múltiples y contradictorios “marxismos”. Por otra parte, dos libros exegéticos acompañaron también a la publicación principal. Uno fue: El Ser y el Mesías (l7) incisiva exégesis bíblica a partir de los escritos de San Juan, donde Porfirio demuestra la distinción entre el cristianismo y la institución formal o la organización social de las iglesias, que queda como la sombra, y en ocasiones, la negación misma del cristianismo. Por último, este conjunto de escritos quedó coronado con un pequeño manifiesto:Comunismo en la Biblia (18), en el cual se ponen las bases para el conocimiento del verdadero Dios en contraposición con la adoración de los ídolos. En la Pág. 21 dice Miranda que éste “es el único motivo de nuestra rebeldía y el único contenido de nuestra teología”. Aquí se impone todo el rigor de la exégesis científica y Porfirio acepta el reto de sus resultados.
Segundo Momento
Una vez logrado el deslinde con el marxismo y demostrada la esencia misma del cristianismo, aún existía un obstáculo que era necesario superar. Los positivistas han querido persuadir a todo el mundo que los juicios y criterios morales y humanos no son científicos, y por lo tanto no son confiables. Este intento proviene de una deliberada equivocación de lo que es la Ciencia. Porfirio Miranda se dedicó entonces a analizar y desmontar pieza a pieza esta equivocación pasablemente divulgada y demostró que la verdad científica en cualquier ciencia se mide por le grado de racionalidad argumentativa que se adopta. Y la verdad fundamental de estos juicios éticos: “que la persona es fin y no medio” se demuestra, haciendo ver que es condición de la posibilidad de toda discusión racional y por tanto de toda ciencia. Los resultados de su investigación los publicó, en la década de los ochenta, en su libro:Apelo a la Razón (19).
Se trata de una triturante y detallada crítica al positivismo, ese utilitarismo técnico que se amuralla en el naturalismo escéptico, al negar que la justicia sea un concepto objetivo, al creer que lo observado con los ojos es más real que lo ético y que actualmente se atrinchera en lo probabilístico y en lo hipotético, sin darse cuenta que lo probabilístico sólo existe por comparación con lo cierto y lo hipotético sólo es tal en relación con lo verdadero. Esta obra es desde el principio y desde el fondo, Filosofía de la Ciencia. Un poner en claro lo que no es Ciencia.
Con inusitado detalle, como un experto analista y con un coherencia lógica implacable, demuestra Miranda, lo que realmente hacen las ciencias, en contra de lo que los positivistas han dicho que hacen. Allí son revisadas las ciencias naturales, y se pasa por la ciencia histórica y las teorías del lenguaje, hasta llegar al engaño en el que han vivido las ciencias sociales. Así queda patente para todos, el significado que en la historia moderna ha tenido el predominio de la pseudo-filosofía del positivismo: impedir que el pensamiento ascienda a la Razón Ética, hundiéndolo, por tanto, en la irracionalidad.
Tercer Momento
Destruido el retén que el positivismo había establecido para no transitar por el camino de la ética, Porfirio Miranda nos entregó, hace 6 años, su libro: Hegel tenía Razón o Revolución de la Razón (20).
Si el camino iniciado por el análisis de Marx se metió en un callejón sin salida por falta de cristianismo; y si el camino iniciado por su el positivismo no resolvió el problema de lo humano, porque su propuesta era precisamente no resolverlo, era necesario remontarse al pensamiento anterior, para encontrar de nuevo el camino antiguo trazado por Hegel y continuar su trayectoria. Eso hizo Miranda. Partiendo de los problemas más relevantes del mundo contemporáneo y caminando de la mano con los científicos más avanzados de nuestro siglo en las principales disciplinas, indagó con inocultable maestría en las fuentes originales del pensamiento más acabado que ha producido occidente; lo tradujo con erudición, haciendo hablar a la filosofía en castellano; y nos entregó en esta obra, los resultados de su investigación.
Demuestra, con rigurosa lógica, el mito de “la ciencia empírica”, en el cual, habiendo vivido más de 200 años, ha caído ahora en confusión el pensamiento de los científicos e intelectuales. Desbrozando minuciosamente los conceptos básicos de las diversas disciplinas nos muestra la necesidad de que la Ciencia se origine en el mismo Ser Humano que la produce y tenga su finalidad en la humanización del mundo. Así llega también, al mayor descubrimiento que el hombre ha hecho en toda su historia: “que el Espíritu es el pensamiento, en cuanto que llamamos materia precisamente a aquello que no piensa”. “El Espíritu no es algo natural, sólo es aquello que él se hace ser” (1991, pág. 95).
Haciendo gala de su especialidad como exégeta, como experimentado científico y como exigente filósofo, José Porfirio Miranda nos inicia en esta obra, en la gestación de los conceptos fundamentales del pensamiento actual:
En primer lugar tenemos el concepto de Realidad.
Sin lugar a duda, es el concepto que más necesita clarificar nuestra generación, para quedar saneada del engaño en que se introdujo a través del malogrado empirismo.
En seguida está el concepto de Justicia.
Pocos temas tienen tanta importancia como éste. En la segunda parte de su artículo: “¿Qué hacer ante la Modernidad?” (21), Porfirio Miranda desarrolla y expone con claridad éste concepto que ha venido investigando en toda su obra y constituye el nervio de su exigencia.
Ante todo hay que tener en cuenta que, la realización de la Justicia ha venido concretizándose y desenvolviéndose en la medida y grado en que el Ser Humano va conociéndose a sí mismo: Saber qué es Justicia requiere saber que toda persona, por el hecho de serlo, tiene el derecho absoluto a ser respetada. Toda persona es fin en sí misma y no medio para otra cosa. Saber ésto, obliga a todos a actuar en consecuencia (recordemos que “obligar” viene del latín “obligare”, que significa ligarme con el que tengo ante mí). De nada serviría saber lo que es justo, si no se siguiera de ahí que, el saberlo me exige hacer justicia. La demostración de que es obligación hacer justicia es esencia misma del concepto de Justicia, demostración basada en la autoconsciencia, o sea, el constitutivo del yo en relación con el otro. Justicia significa que se está obligado a hacerlo. Decir: Esto es justo, significa que me es obligatorio.
Por consiguiente, la justicia la tenemos que ir haciendo constantemente, no es algo que estuviera en nosotros desde el principio. Es aquello que la humanidad ha venido construyendo en su historia, primero en forma rudimentaria, luego en formas deficientes, y parciales y a veces inadecuadas, hasta llegar ahora cuando toda persona, por el hecho de serlo, está obligada a saber que la otra persona tiene el derecho absoluto de ser respetada. Respetar al otro, es lo mismo que, tratar al otro como él me tiene que tratar a mí.
Milenios de sufrimiento, pruebas, errores y logros le ha costado a la humanidad el llegar a lo que hoy sabe, y ésta es la razón por la que, las gentes y los pueblos del mundo actual son extremadamente sensibles ante la falta de justicia.
El mismo Porfirio complementa este análisis aplicándolo a uno de los problemas más candentes de la actualidad, en otro de sus artículos titulado: “Indigenismo contra Derechos Humanos” (22). El relativismo cultural de una ideología como el indigenismo se opone al esfuerzo por realizar la igualdad de todos los seres humanos. También los habitantes del tercer mundo son personas que tienen el derecho absoluto de ser respetados. Por lo tanto, el primermundista tiene que decirse: aquellos merecen exactamente el mismo respeto que yo. Merecen, como yo disfrutar de los bienes de la civilización.
Es muy importante advertir que, las demandas y exigencias de la población, de sus partidos políticos y de sus organizaciones tienen como único argumento sólido la justicia, consistente en el respeto absoluto a la dignidad de las personas actuales y futuras. Apelar a otros motivos, como la sobrevivencia o el propio provecho es inoperante, pues el propio provecho es distinto en cada individuo, es subjetivo y caprichoso, es el origen de las guerras ofensivas, de las amenazas y los pleitos.
En cambio, es evidente que, la búsqueda del propio provecho sólo termina, allí donde comienza la búsqueda del bien de los demás. La alteridad, constituida por otra persona que nos interpela exigiendo justicia, es lo único que rompe el solipsismo sólo atendiéndola trascendemos. El Ser Humano sólo se realiza trascendiéndose a sí mismo en el otro. Si no se trasciende no se hace humano.
Finalmente aparece el concepto del Estado.
Desde el principio debe desligarse tajantemente del lo que es “el gobierno”. Pues el Estado es el mismo entrelazamiento de derechos y obligaciones que constantemente se establece entre las personas.
El Estado existe en la medida en que la justicia se hace realidad y en la medida en que la realidad se hace justicia. Es el Reino de Dios en nosotros.
Indudablemente que se trata del concepto más denso y más cargado de potencialidad para el futuro. En otro de sus artículos, llamado: “El Bien y las Ciencias Sociales” (23), Porfirio desarrolla el análisis social iniciado en esta obra, pues precisamente, la falla en la realización de lo que es el Estado, es el origen de todos los problemas políticos, jurídicos, económicos y sociales, tanto en el nivel familiar, como en el nivel de la sociedad civil, como en las relaciones internacionales.
En todo lo investigado hasta aquí, resulta excepcionalmente relevante señalar que, no se trata de lo que debería de ser, pero aún no es, sino que se trata de lo que realmente está sucediendo. Se trata de Ciencia y no de simples deseos o antojos. Se trata de Filosofía, no de literatura. Precisamente: “La Estetificación de los intelectuales mexicanos” (24), es el último artículo hasta ahora publicado por Miranda, donde se esclarece esta importante y definitiva diferencia, alertando a los que creen que es verdad lo que dice el novelista o el ensayista. Pero el literato no se compromete con la verdad, sólo se sujeta a sus sentimientos. En cambio el Científico tiene que demostrar con argumentos la verdad. Y comprometerse con ella, es ser libre.
Conclusión
Ante esta postura coherente y demostrada en su verdad, es evidente que, la necesidad científica de la investigación filosófica iniciada en México por José Porfirio Miranda, requiere continuarse, profundizarse y divulgarse. Respondiendo a esta exigencia, hemos iniciado en Temamatla, Edo. de México “La Asociación Civil Roberto Oliveros Rivas” RORAC, con un proyecto de investigación filosófica, cuyo objetivo es analizar el pensamiento de J. P. Miranda a través de sus obras hasta ahora publicadas, para ir presentando un sistema científico cuya filosofía pueda dar respuesta a los profundos interrogantes planteados por el hombre contemporáneo.
Nota del CEF
El Maestro Luis Ramón Brito Crabtree, además de ser un hombre cuya vida ha dado testimonio de su entrega a la causa de la justicia, ha sido un conocedor minucioso de la obra de J. P. Miranda, la que además ha investigado, y enriquecido con sus explicaciones, introducciones y resúmenes gráficos.
Durante 10 años, tuvo la dirección del Proyecto de Investigación Filosófica, en la Fundación RORAC, enriqueciéndolo con su investigación, los seminarios que presidía, y las sesiones de discusión con el propio Porfirio.
En octubre del año 2002, en el primer aniversario de la muerte de José Porfirio Miranda, dentro de la Fundación RORAC, nace el “Centro de Estudios Filosóficos José Porfirio Miranda”, y el Maestro Luis Brito, pasa la dirección del proyecto filosófico a este nuevo Centro al Dr. Mario Rojas Hernández, alumno de Porfirio Miranda en la UAM Iztapalapa.
Notas del autor
(1) JOHN D. BERNAL: La Ciencia en la Historia / Ed. Nueva Imagen.
(2) JUNGER HABERMAS: Zur Reconstruktion Des Historischen Volkswirtscheftelehere Burd / Colonia, 1954 / p.p. 135-140.
(3) NIKLAS LUHMANN: Funktion der Religion. Suhrkamp / Frankfurt, 1992 / p. 225.
(4) Op. cit. / p. 225.
(5) J. PORFIRIO MIRANDA: “¿Qué hacer ante la Modernidad?”. La Jornada Semanal. Periódico “La Jornada”. México / Noviembre 28, 1993.
(6) J. PORFIRIO MIRANDA: “La Farsa llamada Escepticismo”. La Jornada Semanal. Periódico “La Jornada”. México / Abril 18, 1993.
(7) ERNEST LESHLE: La Incertidumbre Matemática. F.C.E. / México, 1975.
(8) BASTIN TED, DE.: Quantum Theory Beyond / Cambridge, 1971.
(9) NIKLAS NUHMANN: Sistemas Sociales / Ed. Alianza / México, 1991.
(10) SCHUMACHEF E.F.: “Una Economía como si la gente no importase”. En CARDI PIGEN Y OTROS: Nueva Conciencia / Ed. Integral / México, 1991 / p.p. 73 s.s.
(11) EDGAR MORIN: El Método: El Conocimiento del Conocimiento / Ed. Cátedra S.A. / Madrid, 1983.
(12) REVISTA: Conacyt. México / Febrero, 1983 / p. 32.
(13) THOMAS KUHN: La Estructura de las Revoluciones Científicas. F.C.E. / México, 1978.
(14) J. PORFIRIO MIRANDA: Hambre y Sed de Justicia / Ed. Progreso / México, 1965.
(15) J. PORFIRIO MIRANDA: Marx y la Biblia / Ed. Sígueme / Salamanca, 1972.
(16) J. PORFIRIO MIRANDA: Cambio de Estructuras / Ed. de San Cristóbal de las Casas / México, 1971 // Marx en México / Ed. Siglo XXI / México, 1972 // El Cristianismo de Marx / Ed. Privada / México, 1978.
(17) J. PORFIRIO MIRANDA: El Ser y el Mesías / Ed. Sígueme / Salamanca, España, 1973.
(18) J. PORFIRIO MIRANDA: Comunismo en la Biblia / Ed. Siglo XXI / México, 1981.
(19) J. PORFIRIO MIRANDA: Apelo a la Razón / Ed. Premia / México, 1983.
(20) J. PORFIRIO MIRANDA: Hegel tenía Razón / Ed. UAM / México, 1989.
(21) Op. Cit.
(22) J. PORFIRIO MIRANDA: “Indigenismo contra Derechos Humanos” / La Jornada Semanal. Periódico “La Jornada”, México / Junio 20, 1993.
(23) J. PORFIRIO MIRANDA: “El Bien y las Ciencias Sociales” / La Jornada Semanal. Periódico “La Jornada”, México / Junio 20, 1993.
(24) J. PORFIRIO MIRANDA: “La Estetificación de los Intelectuales en México” / La Jornada Semanal. Periódico “La Jornada”, México / Noviembre 27, 1994.
El Exégeta
La obra exegética, trabajada por JPM principalmente, de 1964 a 1974, ha dado a José Porfirio Miranda renombre mundial.
Él mismo dice: “Qué bueno que decidí emplear mis posibilidades en exégesis. Es modificar las bases mismas de la civilización occidental” [1].
El principio de sus obras exegéticas es el mismo que el de las filosóficas: cientificidad, traducida como racionalidad exegética. “Marx y la Biblia” es uno de los primeros libros escritos con esta erudición científica, de la que el autor estaba consciente:
“El que no sienta que Marx y la Biblia tenía que estar empedrado de citas de otros autores es que no ha captado cuan revolucionario es el libro. Traté de que no se dijera: este soldado piensa que es el único en llevar bien el paso” [2].
Es interesante descubrir que en las obras exegéticas de JPM hay verdaderos estudios filosóficos. Tomemos el caso de “El Ser y el Mesías”, en el que el autor hace exégesis del evangelio de San Juan, trabajando paralelamente la filosofía existencialista de Heidegger, Walh, Kierkegaard y Sastre.
Veamos el siguiente texto:
El futuro afirma Kierkegaard es la fuente de la temporalidad y de la historicidad.
Estoy de acuerdo con ello, dice Miranda, pero eso lo aprendió Kierkegaard leyendo el Nuevo Testamento, el cual se escribió precisamente con esa mentalidad: hacer que decidas por la posibilidad que yo, Juan, estoy escribiendo y describiendo como deseable para la humanidad. No es el Nuevo Testamento un escrito edificante.
En el siguiente texto, extraído de sus diarios personales, Miranda expone lo que es y hasta dónde puede llegar su trabajo exegético:
Prólogo para un Artículo
Antes de que la exégesis científica adquiriera la seguridad metodológica que hoy puede tener sobre algunas cuestiones, antes de que llegáramos a la exigencia que hoy prevalece de atenernos a lo verdadero y demostrativo, era comprensible que cada iglesia cristiana prefiriera apegarse a su propia tradición en vez de tomar por norma la intención y voluntad de Jesús de Nazaret, pues ésta no les parecía aceptable con seguridad y además las iglesias no creían posible que los escritores neotestamentarios y las tradiciones eclesiásticas distorsionaran la mente de Cristo, distorsión que hoy nos consta como un hecho perfectamente averiguado. Cada iglesia se aferraba a ciertos párrafos de San Pablo p.e., o de San Juan, o de San Mateo, o de algún Concilio, porque no concebía siquiera la posibilidad de que éstos discreparan de la mente de Cristo.
Pero hoy podemos hacer que el ser cristiano se funde, como el nombre quiere indicar, sobre Cristo mismo. Hoy es posible ser cristiano, sin ser metodista ni luterano ni católico ni bautista ni presbiteriano ni anglicano etc.
El origen (reconocido o no) de la actitud científica occidental, que exige demostración para justificar sus preferencias ante la conciencia, es el cristianismo mismo con su implacable e ilimitada agudización de la responsabilidad moral llamada búsqueda de la verdad. Hoy el cristiano consciente no sólo no puede encontrar oposición alguna entre ser cristiano y ser científico, sino percibe definitivamente como imposible ser cristiano sin ser científico, y viceversa.
Esto constituye una situación históricamente nueva para las iglesias denominadas cristianas. La concepción del cristianismo, la definición de lo que es ser cristiano, ya no puede depender de decisiones disciplinarias y ocasionales, tiene que determinarse científicamente. Las “autoridades” religiosas ya no pueden simplemente afirmar o decidir; tendrían que demostrar; pero para demostrar no están capacitadas como lo están los exégetas”[3].
Los libros de exégesis se pueden consultar en el apartado Libros del menú Literatura.
Los manuscritos sobre exégesis empezarán a publicarse en el 2008.
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El Marxólogo
Porfirio Miranda fue un estudioso de Marx. Leyó las obras completas de Marx (los MEW), incluídas las cartas y otros documentos que se habían publicado.
Si su conocimiento de Marx es exhaustivo, su interpretación y análisis muestran la madurez de juicio de quien va más allá de estar por o en contra de un autor. Reconoce los grandes aportes de Marx y también sus deficiencias.
Para JPM el mayor acierto de Marx, fue la denuncia de la injusticia institucional y el llamado a la revolución mundial:
“Es que Marx interviene en un momento cumbre de la filosofía: el momento en que la filosofía toma a la historia como objeto de su filosofar. Ese momento es Hegel” [1].
Una de las distinciones más claras en Miranda, es entre Marx y el marxismo. Él mismo se llamaba marxólogo, no marxista. En la traducción al inglés del libro llamado en español: “El Cristianismo de Marx”, Orbis Books, editor, cambia con mucho acierto el título por el de “Marx Against The Marxists”:
“No es sólo que Marx tácticamente reconoce la existencia de la libertad humana. Es la valoración. Lo que para Marx vale la pena, lo que estima, es aquello que los hombres realizan por libre decisión y esfuerzo en la lucha. Y desestima los cambios que en última instancia se reduzcan a efecto de las leyes naturales. El marxismo determinista se debe a pura ignorancia de la obra literaria de Marx” [2].
En el legado de los manuscritos de José Porfirio, tenemos, poco menos de 3,000 páginas sobre Marx. En 1969 escribe el primer cuaderno sobre Marx. En 1975 empieza la lectura y reflexión sobre “Marx Engels Werke”, MEW. Y en 1984 una nueva relectura de Marx.
Estos manuscritos se pondrán a disposición de nuestros lectores en el 2007.
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[1] Diario Tomo 15 JPM, Pag. 38
[2] “El Cristianismo de Marx”, Capítulo III, cita sobre comentario de MEW 15, 39.
El Filósofo
La madurez de su pensamiento la alcanza José Porfirio Miranda en su obra filosófica. En ella afloran o subyacen los conocimientos adquiridos durante toda una vida de estudio, investigación y reflexión.
Podemos decir que dedica a la filosofía, los últimos 30 años de su vida.
El mismo valora su aporte a la filosofía como mucho mayor que el de su obra exegética, que le ha dado renombre mundial.
La consolidación y plena madurez del pensamiento filosófico de Miranda, tiene lugar al leer las obras completas de Hegel. En sus años de exégeta – dice el mismo – conocía a Hegel a través de otros autores y de ahí derivaba sus juicios. La lectura directa de las obras de este autor, en el original alemán, le dio una comprensión enteramente nueva. Dice el Doctor Mier y Terán, rector de la Universidad Autónoma Metropolitana: “ ‘Hegel tenía razón’ representa uno de los esfuerzos más innovadores del quehacer filosófico contemporáneo de Iberoamérica, se propone (y logra con creces) revisar integramente la producción de Hegel en su lengua original, desentrañando los misterios de las más sutiles inflexiones del alemán. Semejante empeño derivó en una sugerente y por demás penetrante lectura de tan compleja suma de ideas”.
Esta es la época de la verdadera madurez intelectual de nuestro autor, en la que, con base a la filosofía de Hegel, llega a hacer la síntesis de un pensamiento propio, trabajado durante toda una vida de investigación.
Incursionó principalmente en: Filosofía del Derecho, Filosofía de la Ciencia, Filosofía de Hegel y Filosofía de la antropología.
Fue maestro de Filosofía del Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México y sobre sus investigaciones nos dejó 4 cuadernos manuscritos, que ya están disponibles a nuestros lectores.
En filosofía de la ciencia nos deja su libro “Apelo a la Razón”, pionero en América Latina y cuya tesis principal es probar la cientificidad de la moral contra los ataques positivistas, materialistas y escépticos. Tenemos además 17 cuadernos manuscritos que ya están a la disposición de los investigadores interesados.
La reflexión de Miranda sobre la Filosofía de Hegel la presenta en su libro “Hegel Tenía Razón”, este libro es una síntesis de lo que hubiera querido expresar con mucha mayor amplitud. “Hegel tenía razón”, decía Miranda, daba para escribir 10 y no sólo un libro.
Afortunadamente contamos con los manuscritos de JPM con los comentarios sobre Hegel: 8 tomos en un primer momento y otros 5 más adelante. En ellos el autor va escribiendo sus reflexiones sobre la lectura de Hegel y haciendo anotaciones cruzadas con otros textos a modo de investigación. Ya están a la disposición de nuestros lectores.
Sobre antropología filosófica sólo contamos con un libro pequeño pero muy valioso: Antropología e Indigenismo.
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